viernes, 31 de octubre de 2014

Chile, día 1: La Ruta del Vino Chileno

Han pasado 13 horas de vuelo y se ha hecho muy corto. El tiempo ha pasado volando. Tras el desembarque tenemos que esperar una larga cola de inmigración, pero todo parece estar bien organizado. Descubrimos las baterías de los móviles al mínimo y eso que teníamos conexión USB en cada asiento... Menos mal que llevamos cargadores adicionales, jaja! Especialmente porque Ana solo hace fotos con su móvil!

Tras el control de inmigración solo quedaba recoger el equipaje y pasar el control del ministerio de agricultura. YA ESTAMOS EN CHILE!!!

Nuestro conductor estaba esperándonos, Mauricio, forma parte de nuestro equipo de operaciones en Chile Turismo Milodon con el que ya contactamos hace casi cinco años. 


El coche es un Kia Grand Carnival enorme, un ranchera espacioso y muy cómodo. Nos encaminamos rumbo al sur y coincidimos por la carretera con tránsito turístico de fin de semana, multitud de chilenos que viven en Santiago escapan del bullicio de la ciudad a las zonas costeras del sur. 

Mauricio nos indica que el viaje durara poco más de dos horas y tras un agradable charla caemos en la observación silenciosa del paisaje, recorremos una planicie rodeada de montañas, algunas de ellas aún tienen pequeños neveros y se muestras rocosas, desarboladas y recias, el tráfico es intenso y el parque móvil esta compuesto por vehículos de todo tipo, turismos de ciudad asiáticos sobre todo, camionetas y pickups además de largos camiones americanos. A ambos lados de la carretera el paisaje es llano y verde y se suceden ahora mismo una secuencia de viveros, aserraderos, etc. Nos llama la atención los autoestopistas en la autovia. Los paneles electrónicos y la señalización vial es prácticamente la misma que en España. 


Hemos llegado a Santa Cruz, una pequeña ciudad al sur de Santiago en una de las regiones vitivinícolas más importantes de Chile, el Valle de Colchagua. Mauricio nos lleva hasta el hotel Vendimia ubicado en el centro de Santa Cruz, tras dejar el equipaje y tomar un refrescante jugo de frutilla nos vamos a la finca Viu Manent para una experiencia del vino.










La finca Viu Manent está apenas a 10 minutos en coche, el entorno es el característico de los viñedos con un horizonte repleto de montañas. Se trata de una visita regular que empieza a las 15:00h y congrega a unas treinta personas, casi todas venidas de Santiago excepto un grupito de españoles de andalucía. El guía, un empleado de la bodega muy agradable, comenzó hablando del origen de la familia Viu, de procedencia española, y acerca de cómo se había conseguido mantener las parras a lo largo de los casi 150 años de historia de la bodega. A continuación nos subimos a unos carruajes tipo "la casa de la pradera" para dar una vuelta por los cultivos, durante el trayecto nos iban contando algunas técnicas de cultivo y mantenimiento, el trayecto finaliza en una gran nave en mitad del viñedo donde pasamos por las diferentes fases de producción, cría (que aquí llaman guarda), probamos un vino que aún estaba en fase de fermentación de la espita de un gran dique de aluminio y comprobamos que efectivamente tenía un sabor fuerte ácido y amargo, como de fruta verde, el guía enseguida dijo que este sabor no era el que se buscaba, y que cada cierto tiempo los enólogos iban tomando muestras de vino y analizándolas para supervisar el proceso. El final del recorrido fue la cata, en una sala con una larga mesa en U estaban dispuestas cinco copas, escupín, copa de agua y una galletitas, comenzamos con un vino blanco, y finalizamos con un vino gran reserva de la variedad malbec, nos pareció curioso que en Chile no rigen normativas rígidas como las europeas sobre qué es gran reserva y que tiempo en barrica tiene que permanecer, ya que en Chile tienen el problema de los terremotos y eso les impide elaborar vinos de larga "guarda", calificando un vino con 13 meses en barrica como gran reserva. Acabamos comprando cuatro botellas de tinto y una de blanco, sin saber muy bien si llegarían sanas a España o nos las beberíamos antes a lo largo del resto del viaje...



















Erán las cinco de la tarde y aún no habíamos comido, cuando salimos de la sala de cata notábamos que el vino nos había sentado de maravilla, de manera que nos acercamos a la "cafeteria", era una hermosa casita con un cenador y mesitas a la sombra de una enorme higuera y un gran limonero en un ambiente relajado con el verdor del viñedo rodeándolo todo. Aquí nos pedimos una tabla de quesos, un bocadillo y una empanadilla de canónigos con un vino blanco de Viu Manent. Pedimos también una pizza artesanal de salmon para tomar en el hotel y abrir una de las botellas que compramos.



Mauricio nos trajo de vuelta al hotel donde nos acomodamos plácidamente en la piscina para tomarnos la pizza, el vino, y una tabla de quesos fantástica que nos prepararon en el mismo hotel. Asi hicimos tiempo para la hora de la cena y fuimos a dar un paseo por el centro del pueblo que estaba animado por la celebración de la fiesta gringa de halloween, "uy que miedo!" dijimos a un grupo de chicas disfrazadas, "¡sos español!" respondieron.

En la Plaza de Armas había un mercadillo de artesanía, no pudimos probar el dulce de leche porque se nos había olvidado cambiar euros por pesos y sólo podíamos pagar con tarjeta, por eso tuvimos que elegir un segundo restaurante dónde fuimos atendidos de maravilla, el Licanray (calle Cancino 68, Santa Cruz, Valle de Acolchaua, Región del Teniente Higgins, Chile), con un lomo a lo pobre fantástico, camarones al pilpil y una empanadas de queso y camarón que eran deliciosas. El trato era muy agradable, nos contaban algunas de sus costumbres, como una bebida hecha de mosto de uva aliñada que nosotros asociamos con la sangría pero algo más espesa y dulce. Salimos de allí con tal cantidad de comida y vino en el cuerpo que nos confundimos de camino y dimos un gran rodeo para llegar hasta el hotel.












Ha sido un día fantástico, el vuelo se nos hizo corto, la llegada agradable, el recibimiento cálido, el coche y el hotel ideales y la perspectiva del resto del viaje es emocionante.









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