Hoy a las 7:00h de la mañana estamos Ana y yo en pie, teníamos hasta las 9:00h para reorganizar el equipaje y atender el email y redes sociales de Amigos en Ruta. El desayuno fue de nuevo fabuloso, igual al día de ayer.
Mauricio vendría a recogernos a las 11:30 para regresar a Santiago, pero decidimos decirle al servicio del hotel que cuando llegara, cargara el equipaje en el coche y nos fuera a recoger al museo, de esa manera tuvimos una hora y media para visitar las últimas salas que nos habían quedado pendiente el día anterior.
El museo estaba muy tranquilo, casi no había llegado aún ni un solo visitante, el empleado de la entrada nos permitió acceder al museo por la puerta de salida para poder entrar a las sala que nos faltaban, el hombre, muy dispuesto, entro a la sala de las joyas de los Andes y muy gustosamente nos dedico algunos minutos para mostrarnos y comentarnos algunas de las piezas más interesantes de la sala y conversamos con el sobré los misterios de las raíces comunes de las civilizaciones antiguas, ¿porqué los aymaras deformaban las cabezas de los bebés igual que los egipcios? ¿Para que sirven las piedras horadadas?
Mauricio nos recogió a la hora convenida en la puerta del museo con la precisión de un reloj suizo y nos encaminamos hacia el norte para recorrer los 180km hasta Santisgo.
En el viaje aprovechamos para poner al día el blog, planificar la tarde y echar alguna cabezadita o ver el paisaje, a la derecha podemos ir contemplando las estribaciones de los Andes y a la izquierda la Cordillera de la Costa. El viaje es prometedor.
Hemos llegado a Santiago, nuestro hotel, Hotel Oporto, un hotel sencillo formado por tres pequeños edificios, esta situado en el distrito de Providencia, un barrio tranquilo y residencial. Nos encaminamos ahora al barrio de Bellavista a tomar algo y por el camino vemos el parque metropolitano que es una colina que los fines de semana es cerrado al tráfico para permitir a paseantes y ciclistas disfrutar del parque.
Paramos en una cuadra repleta de restaurantes conocida como Plaza Bellavista y elegimos el Barrica 94, allí tomamos un Mix chileno compuesto de empanadillas, ceviches, chupe de erizo, pescado y camarones regado con una degustación de vinos blancos. Quedamos totalmente encantados, pues la intención era tomar algo rápido y de hecho solo nos llevo media hora.
Comenzaba así el tour panorámico que nos llevaría en primer lugar a la Plaza de Armas, que era ya un enclave ceremonial de los mapuches allá por el año 1540. A pesar de que la plaza estaba en obras pudimos sentir la activa vida de la ciudad, visitamos la Catedral de Santiago, enorme. Continuamos nuestro paseo por el centro hasta un gran edificio donde se encuentra la sede del gobierno. Retomamos el city tour en el coche a través de barrios renacentistas, fuimos a la Plaza de la Moneda presidida por una gran bandera. Circulamos por la Avenida de Higgins, una gran arteria urbana que atraviesa toda la ciudad y que va cambiando de nombre según el tramo, así llegamos hasta el distrito financiero de la ciudad donde se está terminando de construir un edificio de oficinas de más de 300 metros de altura, aquí son muchos los modernos rascacielos acristalados que aún hoy reflejan las últimas nieves de las gigantescas montañas que rodean la ciudad.
Mientras nuestro chofer nos va describiendo la ciudad, sus costumbres, su vida social, política, económica, nos conduce hasta un barrio de alto standing situado en la loma de un cerro, desde allí tenemos una visión de parte de la ciudad a nuestros pies, es verdaderamente inabarcable. Nos alejamos de aquellas zonas residenciales para adentrarnos en un barrio lineal moderno paralelo al río que cruza la ciudad, con sus mall center y parques.
Al regresar al hotel Oporto, donde estaríamos alojados una noche, tomamos un café y nos tiramos a los pasteles tan deliciosos que ya habíamos visto anteriormente, una porción de teta de chocolate, otra de crujiente con dulce de leche y un pastel del limón con merengue.
Alberto había quedado con Loreto, la hermana de una compañera de trabajo, a quién le llevaba algunos encargos y ya de paso pasamos la tarde con ella. Como necesitábamos algunas cosas, como cambiar moneda, comprar una tarjeta SIM para tener internet en el móvil y hacer algunas compras de alimentación para llevar a la Isla de Pascua. Nos llevo en su coche a uno de los primeros centros comerciales que pusieron en Santiago, el mall Arauco.
Allí cambiamos euros a pesos chilenos y compramos dos tarjetas SIM de Entel por 10.000 pesos chilenos cada una, así podríamos comprar bolsas de navegación de 40Mb por 990 pesos chilenos. Después hicimos una compra básica de comida para llevar a Usla de Pascua ya que allí es más caro. Durante la compra vimos que transportar todo el vino que habíamos comprado iba a suponer un problema, Loreto se ofreció a guardarlo en su casa y llevárnoslo al aeropuerto antes de tomar nuestro vuelo a Argentina. También pensamos que para las tres próximas noches que pasaríamos en Isla de Pascua era muy buena idea dejar casi todo el equipaje en el Hotel Oporto y facturar una sola maleta con la ropa necesaria y algunos víveres.
Tras estas planificaciones de última hora, Loreto nos llego a un restaurante casi mágico, La Perla del Pacífico, haciendo referencia a. Valparaíso este restaurante estaba ambientado en la zona pesquera de esta ciudad, ubicando mesas en lo que sería el mar, el muelle y el barco. Tomamos la mesa redonda en la parte superior, un piso parcial simulado como un barco que entra en la bahía, ocupamos lo que sería el puesto de mando y la mesa simulaba ser un timón. Para la cena elegimos un surtido de ceviche, una empanadas, un arroz y unas ostras el pacífico regado con un blanco sauvignon blanc de costa.
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